Para ellos, la esperanza es resistencia frente al nihilismo tecnocrático, respuesta al vaciamiento de sentido, y apuesta por lo posible cuando todo parece cerrado. Para Fromm, es coraje racional; para Frankl, sentido en medio del dolor; para Han, apertura contemplativa. Para todos, es una dimensión constitutiva de la educación.
MásEscuela!
El gran desafío pedagógico de nuestro tiempo no es solo curricular, metodológico o tecnológico. Es, sobre todo, espiritual y político. Necesitamos docentes capaces de sostener la incertidumbre sin ceder al cinismo, directivos que lideren con visión ética y comunidades educativas que encarnen el cuidado mutuo como forma de esperanza colectiva.
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martes, 12 de agosto de 2025
La escuela como espacio de esperanza
Para ellos, la esperanza es resistencia frente al nihilismo tecnocrático, respuesta al vaciamiento de sentido, y apuesta por lo posible cuando todo parece cerrado. Para Fromm, es coraje racional; para Frankl, sentido en medio del dolor; para Han, apertura contemplativa. Para todos, es una dimensión constitutiva de la educación.
miércoles, 11 de junio de 2025
La historia local en la educación: el Manual de Historia y Geografía de Chiloé
El Manual de Historia y Geografía de Chiloé, elaborado por Dante Montiel Vera y Francisco Cárcamo Roa, representa una contribución significativa y oportuna para fortalecer el vínculo entre la comunidad educativa y su territorio. Este texto, adaptado a los distintos niveles escolares y respaldado institucional y artísticamente, se constituye en una herramienta fundamental para la apropiación crítica del patrimonio chilote y el fortalecimiento del conocimiento y la identidad local, especialmente entre estudiantes y docentes.
El manual aborda de manera integrada temas históricos —como la colonización, la interculturalidad y los procesos republicanos— junto con aspectos geográficos, ofreciendo un contexto físico y humano del archipiélago que enriquece la comprensión del territorio. En este sentido, la incorporación de la historia local en el currículo escolar resulta indispensable para generar un aprendizaje significativo y contextualizado, que vincula el conocimiento académico con la realidad cotidiana de los estudiantes (Levstik y Barton, 2015). De este modo, la historia local permite a los alumnos desarrollar una conciencia crítica sobre el pasado y sus implicancias en el presente, favoreciendo la construcción de identidad y el sentido de pertenencia.
Al comprender los procesos históricos, sociales, culturales y ambientales que han moldeado su entorno, los estudiantes no solo establecen vínculos concretos con su comunidad, sino que también potencian habilidades de investigación y valoración de fuentes diversas, incluyendo testimonios orales y patrimonios materiales (Seixas, 2006). Esta experiencia pedagógica convierte el aprendizaje en un proceso vivo, relevante y significativo, que promueve el pensamiento crítico y una comprensión profunda de la realidad.
Para los docentes, un currículo enriquecido con narrativas, documentos y objetos propios del contexto regional facilita el uso de recursos auténticos y metodologías activas, donde los estudiantes asumen un rol protagónico en su formación (Wineburg, 2001). Así, los materiales pedagógicos no solo se vuelven inclusivos y dinámicos, sino también pertinentes para las particularidades culturales y sociales de la comunidad.
El manual, en el marco del centenario de la incorporación del archipiélago a la República de Chile, contribuye a fortalecer la identidad cultural y social, reconociendo tradiciones, valores y desafíos históricos que configuran la diversidad del territorio. A su vez, promueve la cohesión social y el orgullo territorial, así como la conservación del patrimonio cultural y natural, elementos esenciales para un desarrollo local sostenible (Vázquez y Díaz, 2019). De este modo, la historia local se vincula con iniciativas comunitarias, turismo cultural, educación patrimonial y políticas públicas contextualizadas.
En suma, la historia local en la educación trasciende el aprendizaje académico para convertirse en un puente entre pasado y presente, escuela y comunidad, memoria y futuro (Levstik y Barton, 2015). Su integración en los procesos formativos y en los materiales docentes contribuye a la formación de sujetos críticos y conscientes de su identidad, promoviendo un desarrollo territorial enriquecido cultural y socialmente. Es de esperar que el sistema educativo y docentes valoren el esfuerzo de los profesores Montiel y Cárcamo.
Levstik, L., & Barton, K. (2015). Doing History: Investigating with Children in Elementary and Middle Schools (5th ed.). Routledge.
Seixas, P. (2006). Theorizing Historical Consciousness. University of Toronto Press.
Vázquez, J., & Díaz, M. (2019). Educación patrimonial y desarrollo local: experiencias y desafíos. Revista de Educación y Patrimonio.
Wineburg, S. (2001). Historical Thinking and Other Unnatural Acts: Charting the Future of Teaching the Past. Temple University Press.
viernes, 6 de junio de 2025
Violencia escolar, justicia educativa y el rol de las universidades pedagógicas: hacia una política pública transformadora
Introducción
En las últimas semanas, Chile ha presenciado una serie de graves hechos de violencia protagonizados por estudiantes de enseñanza media. Estos sucesos, altamente mediatizados, han generado alarma pública y motivado reflexiones sociales, muchas de las cuales apelan a la conciencia de padres, madres, docentes y adultos en general. Sin embargo, una mirada más profunda revela que estos episodios no son hechos aislados, sino expresiones sintomáticas de un problema estructural: el deterioro del tejido social y la crisis de sentido en nuestras instituciones educativas. En este contexto, urge abandonar las respuestas reactivas y moralizantes, para construir una política pública de convivencia escolar que aborde la violencia desde una perspectiva de justicia educativa, equidad social y formación ciudadana. En este desafío, las universidades pedagógicas están llamadas a cumplir un rol estratégico.
Los hechos recientes en liceos de Melipilla, San Pedro de la Paz, Coronel y Osorno no pueden entenderse como simples desbordes de conducta juvenil, ni como manifestaciones individuales de falta de valores. Por el contrario, deben ser interpretados como síntomas visibles de una violencia estructural más profunda, que atraviesa a la escuela como institución moderna: segregación social y territorial, precarización de la vida familiar y comunitaria, erosión de los vínculos intergeneracionales, deslegitimación del Estado y crisis de autoridad pedagógica.
Desde la teoría política educativa crítica, la escuela no es un espacio neutro ni aislado, sino un microcosmos de las relaciones de poder presentes en la sociedad (Apple, 1997; Giroux, 1988). La violencia que irrumpe en sus aulas es reflejo de un orden social que produce frustración, exclusión y silenciamiento, especialmente en contextos de pobreza, racismo, machismo o discriminación estructural. En lugar de reforzar discursos culpabilizadores hacia docentes o familias, se requiere interpelar las condiciones institucionales, culturales y materiales que producen subjetividades violentadas y violentas (Butler, 2004).
2. Justicia educativa y formación ciudadana: bases de una política transformadora
La violencia no
puede combatirse solo con más control o vigilancia; debe ser abordada mediante
culturas escolares democráticas, que valoren la diferencia, gestionen el
conflicto con diálogo y favorezcan una ciudadanía activa y deliberativa
(Biesta, 2013). Ello requiere formar sujetos capaces de comprender y
transformar su realidad, no solo adaptarse a ella. En este sentido, la política
pública debe reconocer la convivencia escolar como un eje transversal del
currículo y de la formación integral.
En este proceso, las universidades pedagógicas tienen un papel insustituible. No solo por su responsabilidad en la formación inicial y continua de docentes, sino por su potencial para generar conocimiento situado, ético y transformador (De Sousa Santos, 2005). Es indispensable que rediseñen la formación docente para integrar competencias en justicia educativa, gestión de la diversidad, educación emocional, resolución pacífica de conflictos y ciudadanía crítica (Meirieu, 1998); desarrollen programas permanentes de investigación-acción en conjunto con comunidades escolares, especialmente en territorios vulnerados, para co-construir estrategias de prevención de la violencia con base territorial y pertinencia cultural (Walsh, 2009); impulsen programas de Vinculación con el Medio que vinculen a estudiantes de pedagogía con escuelas y liceos a través de tutorías, mediación escolar, talleres socioemocionales y participación comunitaria; constituyan observatorios regionales y locales de convivencia y justicia educativa, generando datos, análisis y propuestas para el sistema escolar y los gobiernos intermedios. De este modo, las universidades pedagógicas pueden dejar de ser solo formadoras técnicas para convertirse en actoras públicas comprometidas con la transformación social desde la educación.
1.
Diagnóstico participativo y territorializado, que
reconozca las múltiples violencias que atraviesan las escuelas (físicas,
simbólicas, digitales, estructurales).
2.
Fortalecimiento de las capacidades institucionales:
dotación permanente de profesionales psicosociales, formación docente continua
en justicia y convivencia, acompañamiento pedagógico situado.
3.
Currículo para la ciudadanía democrática, que integre la
educación en derechos humanos, género, interculturalidad, medioambiente y
resolución de conflictos.
4.
Red de apoyo intersectorial, articulando escuelas y liceos
con servicios de salud mental, programas sociales, municipios y organizaciones
comunitarias.
5.
Alianzas con universidades pedagógicas, como centros de
formación, investigación, acompañamiento y producción de conocimiento crítico.
Hannah Arendt entendió muy bien al decir: “La educación es el punto en el que decidimos si amamos el mundo lo bastante como para asumir una responsabilidad por él y así salvarlo de la ruina que, de no ser por la renovación, de no ser por la llegada de los nuevos y los jóvenes, sería inevitable. También mediante la educación decidimos si amamos a nuestros hijos lo bastante como para no arrojarlos de nuestro mundo y librarlos a sus propios recursos, ni quitarles de las manos la oportunidad de emprender algo nuevo, algo que nosotros no imaginamos, lo bastante como para prepararlos con tiempo para la tarea de renovar un mundo común.” (Arendt, 1961).
Apple, M. W. (1997). Educación y poder. Barcelona: Paidós.
Arendt, Hanna (2018). La crisis en la educación, en Entre el pasado y el futuro. Editorial Austral.
Biesta, G. (2013). The beautiful risk of education. Boulder: Paradigm Publishers.
Butler, J. (2004). Vida precaria: El poder del duelo y la violencia. Buenos Aires: Paidós.
De Sousa Santos, B. (2005). La universidad en el siglo XXI: Para una reforma democrática y emancipadora de la universidad. Buenos Aires: CLACSO.
Fraser, N., & Honneth, A. (2006). Redistribución o reconocimiento: Un debate político-filosófico. Madrid: Morata.
Giroux, H. A. (1988). Schooling and the struggle for public life: Critical pedagogy in the modern age. Minneapolis: University of Minnesota Press.
Meirieu, P. (1998). La elección de educar: Ética y pedagogía. Barcelona: Octaedro.
Skliar, C. (2007). ¿Y si el otro no estuviera allí? Notas para una pedagogía (de la) diferencia. Buenos Aires: Noveduc.
Walsh, C. (2009). Interculturalidad, Estado y sociedad: Luchas (de)coloniales de nuestra época. Quito: UASB.
https://opinion.cooperativa.cl/opinion/educacion/violencia-escolar-justicia-educativa-y-rol-de-las-universidades-hacia/2025-06-08/184708.html
https://www.elquintopoder.cl/educacion/violencia-escolar-justicia-educativa-y-el-rol-de-las-universidades-pedagogicas-hacia-una-politica-publica-transformadora/
#violencia_escolar #convivencia_escolar #educación_pública #universidad #profesores #desarrollo_docente #educación #política_educativa
miércoles, 12 de marzo de 2025
Resultados del SIMCE en Chiloé
lunes, 20 de enero de 2025
No da lo mismo dónde y con quién estudies: el sesgo oculto
lunes, 13 de enero de 2025
Resultados PAES y desafíos para la descentralización regional
A propósito de los últimos resultados de las Pruebas de Acceso a la Educación Superior (PAES) y más allá de los números que dan cuenta del logro de los estudiantes en las diversas áreas del conocimiento que son medidas, es necesario no quedarse solo en reiterar las posiciones de los establecimientos en diferentes rankings que por estos días nos dan cuenta de la profunda brecha de base sociocultural que la escuela o el liceo como institución, no es capaz de superar. La intensidad y profundidad de las dimensiones económicas y culturales que se asientan en las familias, esporádicamente son superadas por el talento individual.
Si bien algunas las políticas públicas han promovido la inclusión social en el sistema educacional y eliminado barreras a la discriminación, la condición de origen familiar (escolaridad y nivel económico de los padres, acceso a bienes culturales, entre otros) suelen condicionar fuertemente las oportunidades de acceso a la educación superior de los estudiantes. Al menos, a las mejores ofertas de formación profesional, es decir, a las universidades que concentran los mejores recursos humanos (académicos, investigadores, publicaciones científicas), los más sofisticados recursos materiales (instalaciones, edificios, laboratorios) y los mayores apoyos económicos, tanto de fuentes públicas como privadas. Chile sigue siendo un país centralizado que refuerza deliberada e inercialmente las capacidades centrales en desmedro del desarrollo de las regiones y sus instituciones, en este caso, a través de la formación del capital humano de avanzada, de excelencia, aquel que será fundamental en los procesos de innovación, creatividad y toma de decisiones futuras.
La concentración poblacional y profesional de nuestro país opera como una
fuerza centrípeta en favor de los grandes centros urbanos, especialmente
Santiago y la Región Metropolitana, potenciando las oportunidades (diversidad y
cantidad), calidad de vida y bienestar (acceso a bienes públicos y privados de
excelencia), alimentando un verdadero círculo virtuoso que contribuye al
fortalecimiento de las capacidades decisionales de las grandes urbes y de los
sectores en los cuales se asientan estas formas oligárquicas de constitución
profesional. Pero también, por las características asociadas a las regiones
chilenas, medidas como el ingreso esperado de los estudiantes, el costo de vida
y la factibilidad de ser contratado en una región, afectan consistentemente la
probabilidad de que los individuos con buenos puntajes estudien en una región,
lo cual también se refuerza con las altas expectativas de vivir en las regiones
de egreso de las universidades, por lo que los stocks de capital humano
calificado se concentran en aquellos territorios de mayor densidad poblacional,
con una desproporcionada concentración en la Región Metropolitana (von Baer, H.,
2015).
Es consistente con los esfuerzos descentralizadores que las regiones puedan
abordar en conjunto y de manera integral el esfuerzo constante y permanente de
mejorar las capacidades de los recursos humanos invirtiendo y creando
condiciones en el sistema educativo desde la edad temprana. No debemos esperar
que el centro nos ilumine con políticas homogéneas que deban implementarse en
cada rincón del país de la misma manera, no debemos excusarnos que no sea “mi
sector” a quién corresponde la responsabilidad de la educación de las próximas
generaciones. Por supuesto, las instituciones educativas tienen mayores
responsabilidades, pero también las tienen las empresas y servicios públicos
regionales y locales, quienes pueden contribuir a generar mejores condiciones para
el acceso a los recursos educativos y la gestión de los sistemas en la
diversidad territorial. Ninguna escuela, liceo o universidad por si sola
mejorará el sistema educacional de una región o del país, se requieren
esfuerzos de gobernanza vertical y horizontal, multinivel y sectorial
territorial que potencien los recursos y capacidades existentes en la sociedad,
coherentes con una estrategia de desarrollo que, a su vez, se constituya en un
marco para la priorización de las inversiones regionales.
En este sentido, es positivo el compromiso del Gobierno Regional con la Universidad
de Los Lagos para fortalecer las capacidades institucionales, con la
expectativa que ésta contribuya a dar respuesta a las demandas ciudadanas de
mejorar la salud pública, promover la actividad económica y el empleo regional,
y el mejoramiento de la educación pública (X Encuesta de Opinión Ciudadana
Universidad de Los Lagos, enero 2025). Invertir en educación hoy, desde la más
temprana edad, constituye un ahorro financiero futuro en la lucha contra los
males sociales que impiden el desarrollo económico y el bienestar común, la
participación y el desarrollo democrático, ahorro que contribuirá a la
inversión en áreas de mayor bienestar social, como la conservación de los
recursos naturales y la biodiversidad, enfrentar otros desafíos como la escasez
hídrica y el bienestar de nuestros adultos mayores.
https://opinion.cooperativa.cl/opinion/educacion/resultados-paes-y-desafios-para-la-descentralizacion-regional/2025-01-10/120528.html
martes, 17 de diciembre de 2024
Expectativas ante el nuevo traspaso de las escuelas públicas
https://opinion.cooperativa.cl/opinion/educacion/expectativas-ante-el-nuevo-traspaso-de-las-escuelas-publicas/2023-11-08/162313.html
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